Nader y Simin, una separación (Ashgar Farhadi, 2011)
- Carla Leonardi y Analia Silvera
- 1 jun 2015
- 7 Min. de lectura

Nader y Simin, una separación (Ashgar Farhadi, 2011)
"La verdad es fea. Tenemos el arte para no perecer a causa de la verdad.”
Nietzsche, “La voluntad de poder como arte”
Se trata de una película iraní de gran complejidad que puede ser abordada desde diferentes aristas: culturales, sociales, religiosas, etc. La perspectiva que abordaremos será la del título. ¿Cuál sería esa “una separación” de la que se trataría?
Ya el título mismo en su construcción “Nader y Simin”, colocando en primer término al hombre padre de familia (Nader) y a la mujer (Simin) secundándolo, nos da una pista, que retomaremos.
Pero veamos la posición de cada uno de los personajes.
Nader y Simin, son una pareja de clase media que lleva 14 años de matrimonio. Plantean su diferencia ante un Juez. Simin le pide a su esposo el divorcio porque este se niega a acompañarla junto a su hija a radicarse en el extranjero. Su razón para irse al exterior es darle otro futuro a su hija, pues prefiere que la niña “no crezca en estas condiciones”.
Por su parte Nader alega como razón para quedarse el hecho de no poder dejar a su padre, un hombre anciano que padece de Alzheimer. Acepta la petición de divorcio de Simin y le dice a ésta: “Vete si quieres. Si no quieres quedarte, no puedo retenerte.”
La diferencia se plantea respecto de la hija, Termeh de 11 años. El juez deja la resolución en manos de los padres, pues se necesita el consentimiento de ambos para que un menor pueda salir del país. Nader se niega a dar consentimiento argumentando que la niña lo quiere y que por eso no se irá con ella. Simin le replica que Termeh es una niña y por tanto no entiende la magnitud de la situación pero que en el fondo de su negativa de lo que se trata es que Nader siempre tiene la última palabra.
Tras esta situación, Simin se va a vivir a la casa de su madre. Y lo que en apariencia parece ser una separación, termina no siéndolo. Simin se ocupa de conseguir una empleada que cuide del padre de Nader, de pagar la fianza cuando Nader es encontrado culpable de homicidio, se hace cargo del padre de Nader mientras éste se encuentra en prisión y también interviene para llegar a un arreglo económico con el marido de Razieh para que a cambio retire la denuncia de homicidio que pesa sobre su esposo.
La salida de Simin del hogar conyugal, más bien parece ser una mostración dirigida hacia Nader que apunta a encontrar en él algún signo de su amor. Pero durante el transcurso de la película, nunca lo encuentra. Nader sostiene todo el tiempo una posición obsecada y patriarcal de amo, que no se conmueve en ningún momento. No retiene a su esposa, ni siquiera ante los pedidos de su hija, y se empeña en demostrar su verdad, hasta las últimas consecuencias.
La separación que Nader no puede efectuar es respecto de su propio padre, que en el fondo significa no poder despegarse de la posición patriarcal determinada por la tradición social.
Razieh es una mujer de clase humilde, ferviente creyente; apegada a los preceptos del Corán. Comienza a trabajar a escondidas de su marido para saldar sus deudas, cuidando al padre de Nader. Ella está cursando el 4to mes de embarazo. Un día Razieh discute con Nader a causa de encontrar éste a su padre tirado en el suelo, atado a la cama y casi muerto. Nader la acusa también de haber robado dinero. Razieh insiste en pedir su paga porque ella no es ladrona y Nader termina echándola de la casa, dándole un empujón. El día anterior a este episodio, Razieh es atropellada por un auto al salir en busca del anciano.
El incidente Razieh-Nader lo toma el director para poner en confrontación dos posiciones. Por un lado, la omisión de Razieh hacia su esposo que deriva en un “castigo divino” (pérdida del hijo) y por otro lado, la mentira sobre esta muerte para conseguir rédito económico.
La separación se jugaría en Razieh respecto de las prescripciones y prohibiciones que ordena el Corán. Pero no puede dejar de sostenerse en ellos. Razieh tiene la posibilidad de aceptar el dinero que le ofrece Simin a cambio de retirar la denuncia respecto del marido de ésta, y de este modo hallar una solución al conflicto que mantienen las dos familias; pero muestra sus dudas. Teme que si acepta el dinero, algo malo pueda pasarle a su hija. Finalmente el día que se va a celebrar el trato, Nader desafía a Razieh a jurar por el Corán que él fue el causante de la muerte de su hijo. Razieh no puede sostener su mentira ante el Corán, como si pudo hacerlo ante el juez y ante los demás: teme el castigo divino que pueda recaer sobre su hija.
Termeh es una niña de 11 años. Es la hija de Nader y Simin. Durante toda la película la vemos, como casi todo niño, aferrándose a su deseo de que sus padres no se separen. Le demanda a su padre en reiteradas ocasiones que le pida a su madre volver a la casa. Pero Nader no puede hacerlo, aunque se lo prometa a Termeh. La niña se ubica como tapón de las diferencias parentales: se queda viviendo con el padre para impedir la separación de ambos porque sabe que su madre no se irá al exterior sin ella. Ambos padres se disputan el amor de la niña como un botín de guerra.
Hay un momento donde por el recurso a la pregunta, Termeh logra poner en cuestión a su padre. Indaga y pone al descubierto su inconsistencia, debiendo Nader confesarle que había escuchado la conversación entre Razieh y su profesora, y por lo tanto sabía que Razieh estaba embarazada. Pero ante el juez, ella sostiene su amor al padre y testifica que su padre no había escuchado la conversación desde la cocina y que había sido ella quien le contó sobre lo que se habló en esa conversación.
En definitiva, Termeh queda situada como síntoma de la pareja parental y no puede dejar esa posición y separarse de sus padres.
La película da cuenta de la dificultad que se juega en cada uno de los personajes para efectuar una separación. Con el peso que en la sociedad iraní construyó sobre la figura del padre, parece desprenderse del film que lo que hace familia en esta cultura es al amor al padre, y no un padre que haría de una mujer la causa de su deseo. Más allá de la idiosincrasia cultural de ese país, sin embargo Farhadi tiene la habilidad de contextuar a sus personajes en una temática universal. Nuestra hipótesis es que esta “una separación” modulada en distintas variantes, puede reducirse a la separación respecto de la alienación al Padre, del Padre en tanto ideal, en tanto marca simbólica que determina el destino de cada uno de los personajes. Se trataría entonces de poder ir más allá del padre, en tanto complejo nuclear de la neurosis, a condición de servirse de él.
Bonus track: una solución posible.
Hacer cine en Irán no es una cosa fácil. Esto no se debe a los aprietos económicos, sino sobre todo por las serias restricciones que ejerce sobre todos sus ciudadanos el régimen musulmán existente. Cada película que se hace en Irán necesita aprobación del gobierno para realizarse, lo que se ha traducido incluso en penas de encarcelamiento y de prohibiciones de salida del territorio nacional a varios directores que no complacieron por algún motivo las exigencias de los gobernantes. En este contexto, en una entrevista acerca de la película le preguntaron al director Farhadi si alguna vez se planteó la opción de emigrar o quedarse en Irán; tal como se lo plantea el personaje de Simin. El director responde: “Mi base es Irán; a veces salgo por motivos de trabajo (de hecho piensa filmar su próxima película en Francia), pero siempre regreso. Siento que tengo que quedarme en mi país, en este momento más que nunca.”
Interrogado respecto del modo cómo construyó la película, dice: “Las historias de mis películas suelen comenzar para mí con una imagen. En este caso fue la de un hombre que atiende a su padre, paciente de Alzheimer. Ante esa imagen comencé a hacerme preguntas: “¿Quién es este hombre? ¿Dónde está el resto de su familia? ¿Por qué debe hacerse cargo del padre? Esas preguntas desencadenaron toda la historia. (...) El trabajo de construcción es como las capas de la cebolla, pero al revés: en lugar de pelarlas una a una, las voy agregando de a una. (…). Mi abuelo tuvo Alzheimer y yo lo viví muy de cerca, ya que tenía una fuerte relación con él. Y a la vez fui sumando elementos imaginarios, anécdotas que me contaron o leí u oí alguna vez.”
Situando de este modo cómo se juega la dificultad de la separación en el propio director, en este contexto podemos leer la película como un modo de tratamiento, como solución posible que encuentra Farhadi, quien con su saber hacer en esta producción logra dar cuenta de la sujeción al padre en la cultura iraní y a la vez puede trascenderla al velar su propia posición proponiendo una historia que va más allá de la coyuntura política de su país.
En esta misma línea, podemos ubicar a Somayeh, la hija de Razieh, quien a lo largo de la película produce diversos dibujos. La niña dibuja un hombre y una mujer y dice que son el papá y la mamá y que la mamá está gorda porque espera un bebé. En otra ocasión, luego de la muerte de su hermanito; mientras su madre y Simin conversan acerca de cómo se produjo la muerte del bebé y tratan de llegar a un acuerdo económico; la niña sigue dibujando una familia en el pizarrón. Dibujos que podríamos situar como intento de Somayeh de darle tratamiento al enigma de la muerte y la sexualidad.
Comments