La Manzana (Samira Makhmalbaf, 1998)
- Carla Leonardi y Analia Silvera
- 1 jun 2015
- 4 Min. de lectura

Un hombre, su mujer ciega y sus dos hijas, que no salieron de su casa en 11 años. Los vecinos solicitan la intervención del Departamento de Bienestar, quien se hace cargo de las niñas por un tiempo. Este es el hecho real que apareció en los diarios y la televisión de Irán, en cual se basó la directora para construir esta película. Contando sólo con 17 años, Samira Makhmalbaf se interesó por el destino y futuro de las gemelas, entró en contacto con la familia y consiguió que actuaran en este documental basado en sus vidas. La película narra el encuentro de las dos gemelas con el mundo exterior.
Desde el punto de vista del género documental, se trata de un film atípico. Por un lado porque la directora no emplea los recursos propios del documental (entrevistas a cámara, discontinuidad narrativa, voces en off, cámara en mano como en los noticieros) y cuenta su historia como si se tratara de una ficción. Por otro lado, porque Samira interviene sobre la realidad, al filmar la continuación real del caso.
La noticia del encierro de estas niñas abrió ciertas preguntas: ¿Por qué llegó esta familia a esta situación? ¿Deberían esas niñas ser separadas de su familia? La riqueza de este film es la posibilidad de mostrar la multiplicidad de puntos de vista ante este hecho: el Estado, la opinión pública, los vecinos y las voces de los protagonistas, sin juzgar sus posiciones.
La posición del Servicio de Bienestar social es devolver a las niñas con sus padres, con la condición de que no las mantengan nunca más encerradas.
Para la opinión pública y los vecinos las niñas deberían ser quitadas a sus padres y quedar bajo custodia del Estado para que estas puedan tener un futuro: casarse y tener un lugar en la sociedad.
El padre de las niñas es un hombre anciano que vive pidiendo dinero a cambio de plegarias para sus benefactores. Su punto de vista es que mantiene a sus hijas en la casa, dado que su madre es ciega, para que no se escapen y no les suceda algo mientras él no esta. No entiende porqué se le ha presentado en los medios como un monstruo. Se siente desconcertado y dice que lo hizo por el bien de sus hijas, sostenido en los preceptos del Corán: “La mujer es una flor que se marchita al sol y la mirada de los hombres es ese sol”. La película deja entrever que si hubiesen sido niños, seguramente se los llevaba con él y hubieran tenido posibilidades de socializarse.
Esporádicamente aparece la voz de la madre, cuyo rostro jamás puede verse debido a estar cubierto con el chador, quien maldice constantemente a la trabajadora social.
La asistente social se presenta un día en la casa de la familia y encuentra que, pese a la condición que les ha impuesto, las niñas continúan encerradas. Su papel es mediar entre la presión de la opinión pública y los deseos de los padres. Lo hace dándoles la palabra a las niñas. Les pregunta qué quieren y Massoumeh y Zahra responden: “una manzana”.
A partir de esta respuesta, “La manzana” circulará en la película como metáfora de un deseo posible de otra cosa.
La intervención de la trabajadora social es invertir las posiciones: libera a las niñas y encierra los padres. Luego les da un ultimátum: o cortan los barrotes o se lleva a las niñas.
La película acompaña a estas niñas en el momento en que atraviesan el umbral y se enfrentan a un nuevo mundo y a la vez, muestra los cambios que se van produciendo en ellas a partir de tomar contacto con el exterior. Al inicio, las niñas se ven físicamente desmejoradas y sólo emiten sonidos al igual que los animales. Paulatinamente, van adquiriendo más lenguaje, y van socializándose al participar de juegos con otros niños.
Luego la asistente social da la llave de la casa a las niñas y las estimula para que se esfuercen por abrir la puerta y liberar a sus padres. Las niñas logran abrir la puerta y salen a la calle con su padre.
En el final la madre queda sola, gritando y llamando por su esposo y sus hijas. En esta situación, ella también se ve llevada a salir de su casa en busca de su familia. De ahí, el juego metafórico de que finalmente logra atrapar la manzana.
Dice Samira Makhmalbaf acerca de la película: «La manzana que originalmente fue concebida como un documental me otorgó el pretexto de llevar a cabo una investigación sobre el asunto de cuánto el juego en los paseos y las calles, lo cual es casi una prerrogativa exclusiva de los chicos, ayuda a los hombres a ser más sociables que las mujeres que no tienen la oportunidad de hacerlo»
De este modo el film se convierte en una reflexión acerca del lugar de la mujer en la sociedad iraní y porqué no también en la sociedad en general. En una sociedad claramente patriarcal, por un lado la madre y las niñas representan a la mujer sumisa y sujeta a la palabra del padre de familia y por el otro lado, la trabajadora social y la directora representan el espíritu valiente y decidido de esa misma mujer aparentemente sumisa. En el fondo, el cercenamiento de la “libertad” de la mujer; no sería sino una respuesta, tanto de los hombres como de las mujeres mismas, respecto de la angustia frente a la feminidad.
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